ANTOLOGÍA - EL FENECER DEL RUIDO
2024 CD
01. Abrazado al silencio
02. ¿Los poetas mueren?
03. Juan
04. Justa
05. El sobreviviente
06. El sentido
07. Un pescador
08. Abril en Buenos Aires
Los poemas seleccionados pertenecen al libro El fenecer del ruido, del escritor Javier López Trezza. El CD fue grabado en Santa Fe, entre diciembre de 2024 y enero de 2025.
Eliana Fernández: Narración
Abel Ruiz: Técnico de grabación
Silvana Campana: Diseño gráfico
La voz de Mollo se vierte
desde los parlantes.
Ella prepara la cena.
Los chicos cantan en el atardecer
de un sábado despoblado.
El día se acomoda para descansar,
y la imagen de nueve miserables
sentados frente a un tribunal, aturde.
Videla, leyendo la Biblia, aturde.
Tengo los ojos al borde del llanto.
Dejaré que este sábado muera...
Abrazado al silencio.
Un hombre le escribe a una mujer,
a una rosa,
a un cuadro,
a una mariposa.
Y en un mundo de sicarios
una flor me estalla en el pecho.
Un hombre le escribe a la luna,
a la lluvia,
al mar,
al fervor.
Y entre tanto dolor,
el amor convirtió mi infierno en libro.
La poesía es amor puro
y es antónimo de muerte.
¿Los poetas mueren?, me pregunto,
y me lo preguntaré siempre.
Tengo una foto vieja
de mi abuelo materno
y el eterno recuerdo
del lugar donde
descansan sus restos.
Pero el padre de mi madre no está allí,
en ese lugar inhóspito,
encumbrado sobre montañas,
al borde del sol
y del pasto crecido por el abandono.
El cielo se apoya sobre un paredón
que parece separar
la vida de la muerte.
Mi abuelo está en mí,
definitivamente,
incluso, en este mismo instante,
yo sospecho que él se escurre
entre mis lágrimas.
Una mujer en un mundo de hombres.
Una madre austera. No le pudo contar a su hija
quién fue su padre.
Formó parte de la Unión Femenina Argentina
Peronista.
De mi bisabuela conservo la única foto familiar
que sobrevivió al vaivén del tiempo.
Intuyo que vivió acorde a su nombre.
Murió mucho antes de que yo naciera.
Me hubiera encantado abrazarla.
Una tarde hermosa -como ella-.
Un refugio en la altura.
Un hombre solo y cansado,
enorme...
Sin máscaras.
Sin sueños.
Pienso en el lábil devenir de lo que queda
y en el infantil solipsismo de la muerte.
Una parte del pasado
hace de mi presente su apogeo.
El mundo gira detrás de la ventana
y de este lado el tiempo camina en paz.
Vale la pena respirar, pienso.
Y el mundo es el mar.
El amor es el sentido.
El arte es sobrevivir
y la vida es la cosecha.
Terminar con lo militar de lo correcto
y con el cuento policial del Evangelio.
No hay milagros cuando hay duda.
Ella es la mejor respuesta de mi vida.
Palabras que se arrojan al vacío.
Un río que muere en el mar.
Una gota que cae.
El dolor convertido en lágrimas.
Agua que calma la rabia.
Una goleta que va...
Un pescador de palabras
que busca mar adentro
ofrendas para su sirena.
Una tarde fría yace afuera,
entre obreros que contienen su bronca
y ludópatas ricos que juegan con el hambre
de los trabajadores.
Una tarde en Buenos Aires.
Comarca que se me hace llanto.
Camino ajeno a la cornisa
y vuelo durante las noches.
Le puse fin al ruido
y me abracé al camino
en esta tarde gris de abril...
En Buenos Aires.